Nota2, Algunas preguntas
En proceso
¿Cómo trabajar la idea de imaginador-realizador para darle otro lugar al espectador en la escena? ¿Hay que “darle” un lugar? ¿No encierra una idea de minoridad el concepto de “dar” la palabra? ¿Esta no debería llanamente ser tomada?
Una vez que abandonamos los intentos de devolverle al espectador una inteligencia que nunca perdió, intentos como la pedagogía teatral que se propuso establecer distancia entre el espectador y el objeto que permita la reflexión, o la comunión ética en sus propósitos de perder esa distancia para que el espectador asuma un dilema y se comprometa en su resolución (Rancière), nos quedamos ante un espectador que actúa reciclando las ofertas de sus mundos mientras camina, o re-hace las relaciones mientras consume imágenes que el que las produce no puede controlar en términos absolutos. La tercera vía que propone Rancière para pensar el arte, la eficacia estética, no termina de abandonar la nostalgia por encontrar alguna garantía en la voluntad del individuo creador. Desde esta perspectiva se considera habría procedimientos artísticos que abrirían el diálogo o facilitarían el encuentro entre regímenes de percepción, asumiendo la discontinuidad entre el que produce y consume el espectáculo. Pero asumir esta discontinuidad es asumir un arte sin garantías fuera de su contexto y uso. ¿Cómo saber qué produce disenso antes de que lo produzca? ¿O qué no lo produce antes de que no lo produzca? ¿Podríamos pensar en mecanismos “democráticos” en la relación entre el artista y el espectador/a que superen las pequeñas acciones autorizadas o habilitadas por el artista hacia el espectador con una ilusión de “participación”?
¿Qué tipo de discursividad inaugurar en relación al suicidio desde una perspectiva que entienda el arte como un diálogo sin garantías? Trabajamos con la sensación de muertes pequeñas y cotidianas en el transcurrir de una tarde de departamento. Todo puede indicar una idea de final de una vida, pero más bien es un desliz hacia esa posibilidad. Un cuerpo se liga a otros, ya no es uno el que muere solo, siempre hay muchas repercusiones en otros cuerpos que sienten morir partecitas. Es necesario tomar la propuesta de la inmediatez y emergencia de los acontecimientos, tratando de explorar la especial relación que uno tiene con cada uno de los cuerpos-objetos con los que se relaciona. Estas relaciones en tensión tejen los mundos. Todo tiene una frágil frontera, un vínculo, un peso y un abismo. Podemos caer a uno u otro lado de la línea. O suspendernos ahí y habitar los bordes de todas las cosas.
Morir o participar es una posibilidad latente en cada cosa. Pero hay que tomarla, como se toma un té.